Meditationem

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Con esta categoría taggearé los contenidos orientados al trabajo e investigación de la labor meditativa, entendida en sentido amplio.

 

En su desglose etimológico, la palabra meditación proviene de la raíz indoeuropea «meditari», que se traduce directamente como meditar o considerar. Uno de sus componentes léxicos es la raíz indoeuropea «med», que se traduce como medir o tomar medidas adecuadas. Resulta indicativo que esta misma raíz etimológica la encontramos en verbos latinos como «mederi», que se traduce como cuidar o tratar (de donde provienen vocablos como médico, medicina , remedio) o «modus», que se traduce como medida, modo o moderación ( de aquí vienen palabras como molde, amoldar, modular, moldear, modelo, moda, moderar… Adicional a la raíz med, la palabra meditación está compuesta del sufijo «ción», que significa acción y efecto[1]; entonces, leído muy literalmente, tenemos que la meditación es algo así como «la acción de considerar medidas», definición que, lejos de agotar el sentido de lo que indica , nos pone inmediatos al campo de sentido en el que se realiza: el de la conciencia profunda para la realización de algo.

Sin embargo, el uso de este vocablo no ha sido el mismo en oriente y occidente. En la tradición oriental, particularmente en la tradición yóguica india, la meditación puede entenderse como una práctica y metodología, que si bien esta articulada en el seno de una filosofía, su objetivo último no es la verdad; o al menos no la verdad entendida en sentido epistemológico, como suele entenderse desde la filosofía moderna occidental más tardía y hasta nuestros días. Para la filosofía yóguica, la verdad tiene una orientación soteriológica, lo que permite concluir que la finalidad del yoga, y con él el de la tradición meditativa hindú más relevante, sea «la liberación», acto emancipatorio de alcance místico en el que el practicante accede a otro modo de ser, marcado por la incondicionalidad y, por ende, trascendente incluso a la condición humana[2].

Con todo, este carácter conversivo trascendental de la meditación yóguica sirve como vaso comunicante entre las tradiciones orientales y filosófico occidentales más antiguas. El punto de articulación entre unas y otras lo podemos fijar con el concepto de «ejercicios espirituales», propuesto por el filósofo francés, Pierre Hadot. En su obra, “¿Qué es la filosofía antigua?”, el autor francés justifica, a través de la obra del estudioso P. Rabbow[3], como, aunque la tradición cristiana más temprana intentó secuestrar la dimensión espiritual de la filosofía antigua (baste revisar los Exercitia spiritualia de Ignacio de Loyola), ya en esta existió desde un principio una dimensión ascética, no en el sentido cristiano, sino en el de «askesis», traducida como ejercicio, práctica, disciplina[4]… Desde este contexto, Hadot nos dice que

 

Designo con este término las prácticas, que podían ser de orden físico, como el régimen alimentario, o discursivo, como el diálogo y la meditación, o intuitivo, como la contemplación, pero que estaban todas destinadas a operar una modificación y una transformación en el sujeto que las practicaba.[5]

Así pues, encontramos entre los textos y testimonios de la antigüedad que el trabajo filosófico implicaba prácticas meditativas como el dialogo con uno mismo, ya fuera en voz alta, como el que se dice que practicaba Pirrón o Cleantes; o en voz baja, de pie e inmóvil, como nos cuenta Platón que hacía su maestro Sócrates. Otro tanto pasa con la práctica de la atención sostenida en uno mismo como terapéutica de las pasiones que, entre ejercicios como la supresión progresiva de deseos o el examen de conciencia, terminaba siendo una disciplina meditativa completa.  Incluso en las fronteras con la modernidad, estas tradiciones meditativas, propias de la filosofía, sostuvieron su vigencia; baste como muestra las Meditaciones metafísicas, del así llamado padre de la modernidad, René Descartes. Ahí, Hadot nos sugiere que pese al giro hacia lo moderno que está operando Descartes, el vocablo “meditación” aún sigue llamando al ejercicio espiritual, en especial cuando el autor invita a sus lectores a meditar detenidamente durante algunos días sobre temas cruciales de su texto como la duda universal y la naturaleza del espíritu.[6]

Así pues, y completando lo insinuado en un principio, la meditación no sólo es una consideración de medidas para la consecución de algo, sino el «trabajo de una toma de conciencia global de sí, a través de diversas prácticas, principalmente abstractivas y atencionales, para la procuración de un cambio en el ser del practicante». Esto amplifica las posibilidades proyectivas que el imaginario más común de meditación suele asignar a esta práctica, incluso por detrás de estas dos grandes tradiciones (yóguica hindú y filosófica antigua occidental). Pensemos sólo en las tradiciones rituales, terapéuticas y filosóficas de culturas tales como la china, japones o prehispánica; pero acá, esos horizontes rebasan por mucho los objetivos y posibilidades de lo que, al menos de momento, me interesa trabajar acá. En todo caso, me animaría a incluir en el foco de interés para esta sección algunos de los aspectos de las prácticas meditativas que han resultado de mayor relevancia para el ojo occidental actual. Me refiero a practicas como el mindfulness, el yoga físico y, en general, los beneficios terapéuticos (la relajación, por poner un ejemplo) y psicológicos ( prácticas de visualización o atencionales) de estas prácticas.

Entonces, los contenidos tageados con esta etiqueta se enfocarán en las tradiciones meditativas yógicas y las de la filosofía grecolatina, así como sus proyecciones en el campo de interés más actual y común, que es, como he mencionado antes, el psicológico y atencional (el trabajo en las sensaciones exteroceptivas e interoceptivas del individuo, así como los contenidos y procesos cognitivos), leídos a la luz de los ejercicios espirituales de Pierre Hadot.

 

 

El filósofo en meditación
Autor:Rembrandt / Obra: El filósofo en meditación /Año: 1632

[1] Cfr. http://etimologias.dechile.net/

[2] Cfr. Eliade M., El yoga. Inmortalidad y libertad, FCE, México, 2013, pp. 17-22.

[3] Rabbow, P., Seelenführung. Methodik der Exerzitien in der Antike, Múnich, 1954.

[4] Es decir que por askesis no debemos entender abstinencia o restricción en el consumo de alimentos, horas de sueño, experiencias sexuales… como ocurre en el ámbito cristiano. Dice Hadot:

Según los filósofos de la Antigüedad, la palabra askesis sirve para referirse únicamente a esos ejercicios espirituales de los cuales hemos hablado, es decir, a una actividad interior del pensamiento y de la voluntad. Que al decir de algunos filósofos antiguos, como por ejemplo cínicos o neoplatónicos, existan ciertas prácticas alimentarias o sexuales similares a las de la ascesis cristiana es otra cuestión. Tales prácticas son diferentes a los ejercicios intelectuales de la filosofía. Y numerosos autores han tratado de manera excelente este asunto, mostrando las similitudes y diferencias entre la ascesis (en sentido moderno del término) de la filosofía y la del cristianismo. Hadot, P., Ejercicios espirituales y filosofía antigua, Siruela, España, 2006, p.61.    

[5] Hadot, P., ¿Qué es la filosofía antigua?, FCE, México, 1998, p. 15.

[6] Cfr., Ibidem., Ejercicios espirituales y…, p.255.

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