Virus ideológicos

#VirusIdeológicos

Decía Joseph Conrad en “El corazón de las tinieblas“:

La repugnancia sencillamente desaparece cuando llega el hambre, y en cuanto a la superstición, creencias, y lo que vosotros podríais llamar principios, pesan menos que una hoja en medio de la brisa.[1]

Algo parecido se puede decir en el campo de la cultura, principalmente durante los «tiempos de crisis», cuando el orden de un mundo se ve cuestionado; aunque en este último caso, no son los más feroces instintos los que quedan al descubierto, sino el «cinismo»[2]. En aras de lo excepcional, las personas se abandonan a una espontaneidad irreflexiva que expone la osamenta de sus convicciones y la cualidad de todo aquello en lo que creen; esto hace de los tiempos que corren un espectáculo regularmente grotesco, pero también una oportunidad invaluable para que el filósofo pueda apreciar eso que siempre se ha mantenido asechando, aunque ahora sin la necesidad de tantas y complejas emboscadas.

En una de sus publicaciones para Rusia Today, que posteriormente integró en la compilación literaria Sopa de Wuhan, Slavoj Žižek presentó la inusitada situación del coronavirus, no solo como el polémico golpe al capitalismo con la “técnica del corazón explosivo de la palma de cinco puntos, al estilo Kill Bill”[3], sino como una suerte de catalizador para una pandemia paralela: la de los «#virusideológicos»[4].

Ya en un breve video de YouTube, Roger-Pol Droit[5] mencionó que esta pandemia es una «experiencia filosófica», en cuanto cuestionamiento experiencial de muchas de nuestras certezas; la principal y más inmediata, a mi juicio: nuestra «normalidad»; que si bien al paso del tiempo ha pasado de ser lo cuestionado a lo anhelado , parece que al menos ha sensibilizado al público en general de esta dimensión de la experiencia. Aprovechando esto, y siguiendo con la analogía de la microbiología viral, quisiera decir que la normalidad es el caldo de cultivo ideal para todo tipo de virus ideológicos, que la mayoría de veces viajan de incógnito, invisibles, hospedados en nuestro discurso, en nuestras acciones más programáticas (esta sección también se pudo llamar “crítica de costumbres“), en nuestros hábitos interpretativos, ¡en nuestro humor!…

Por ello, una mirada atenta y reflexiva a esos gestos cotidianos con los que nos vinculamos con nuestro entorno y con nosotros mismos en, y aún más allá de la pandemia, podría evidenciar, como un zoom microscópico, algunos de los minúsculos bichos ideológicos que han estado tras y en nosotros por tanto tiempo, sin darnos cuenta muchas veces ¡e incluso pese a darnos cuenta!

De eso trata esta categoría en mis redes y esta sección del blog.

 

[1] Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas, Siruela, Madrid, 2009, p.97.

[2] Evoco el término, no desde su acepción clásica en la filosofía como actitud propia de la escuela cínica, sino, como la instrumenta Slavoj Žižek: “Como señaló el filósofo Peter Sloterdijk hace casi medio siglo, la fórmula de la ideología actual no es “no saben lo que están haciendo”, sino saben lo que están haciendo, y no obstante, lo siguen haciendo” Cfr. https://www.latercera.com/tendencias/noticia/slavoj-zizek-la-dignidad-es-la-respuesta-popular-al-cinismo-abierto-de-los-que-estan-en-el-poder/INTXZWPPHRHPFPMSJF2NUK7QIU/

[3] Pronostico con el que, cabe decir, no coincido del todo.

[4] http://iips.usac.edu.gt/wp-content/uploads/2020/03/Sopa-de-Wuhan-ASPO.pdf

[5] https://www.youtube.com/watch?v=qmMmImN1OSg&t=56s

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