Verdaderamiente

Verdad y mentira en sentido extramoral
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Para Nietzsche, la verdad no es ese abstracto que compendia la particularidad en la universalidad, tampoco es el cristalino reflejo de la esencia de las cosas y mucho menos un bien en sí mismo; en todo caso, todas estas cualidades serían parte de una suerte de narrativa institucional de la verdad, pero no “la verdad en sí”.

En su escrito de 1873, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, el filósofo alemán expone la verdad como un herramental que posibilita el sostenimiento de la existencia de forma gregaria y en paz a través de un convenio de significado para las cosas; en este sentido, también podríamos decir que la verdad para Nietzsche es legislativa y conventual: tiene más que ver con la conformidad entre los individuos de una comunidad que con la conformidad entre el intelecto y la cosa, de la que ya hablaba Aristóteles.

Dice el autor alemán:

El hombre sólo desea la verdad en un sentido análogamente limitado: ansía las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que mantienen la vida; es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias e incluso hostil frente a las verdades susceptibles de efectos perjudiciales o destructivos.     

También le parece un antropomorfismo que proyecta lo humano en las cosas y no las cosas en lo humano.

Reacio a la dignidad conceptual de la verdad, para Nietzsche se trata más bien de un tropo: representación de representación, siempre sobre significada y nunca en contacto directo con algo así como una “esencia primitiva”. Pero, entonces, ¿qué es la verdad para Nietzsche?

Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se han olvidado que lo son; metáforas que se ha vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y que no son ahora consideradas como monedas, sino como metal.       

De este engaño consuetudinario que es la verdad es de donde surge, irónicamente, el sentimiento moral por la verdad que, identificándola con el bien y la honestidad, en el fondo resulta del compromiso de mentir en coherencia a una convención firme y borreguil.

Dice el filósofo alemán:

Ciertamente, el hombre se olvida de que su situación es esta; por tanto, miente de la manera señalada inconscientemente y en virtud de hábitos seculares ̶ y precisamente en virtud de esta inconsciencia, precisamente en virtud de este olvido, adquiere el sentimiento de la verdad ̶  . […] se despierta un movimiento moral hacia la verdad; a partir del contraste del mentiroso, en quien nadie confía y a quien todo el mundo excluye, el hombre se demuestra así mismo lo honesto, lo fiable y lo provechosos de la verdad.

 

Contraste
Obra: Contraste / Artista: MC Escher/ Año: 1950

 

 

CF. Nietzsche, F. (1996). Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Tecnos. (pp. 21-26). Madrid, España.

 

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