Poema de amor No.1

#EmancipaciónVincular #PapelesPoéticos

El enamoramiento es una reminiscencia de aquella etapa oceánica y liminar en la que nuestro trémulo flotar era el único requisito para la saciedad; no en balde la personificación divina del amor es un niño alado.

Como los niños en la tibia entraña materna, así se acurrucan los amantes en sus brazos, albergando la esperanza de bastar en su relajada suspensión por entre ellos mismos.

¡Vivir de un cuerpo!, esa es la apuesta del enamorado, nostalgia de un edén uterino que se fagocita tierna y legalmente al otro, lo vampiriza, lo canibaliza y jura que ha sido hecho para él por parecerle simétricos sus bocados a su mordida.

Luego, el cuerpo-ofrenda del amante se cansa, se agota de abastecernos y nos arroja, nos “da a luz”; se cura de nosotros y el choque abrupto con la exterioridad que aguarda fuera de ese edén nos hace respirar, a través del llanto, la nueva atmósfera de nuestro estar: no más trémulo flotar para bastar, si quieres vivir de un cuerpo lo tendrás que matar, si quieres alimentar a otro con tu cuerpo, te tendrás que entregar; así, sin jueces ni culpables; sólo dos que se juegan libremente el todo, aunque dolorosamente en la parte.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Isaac dice:

    Estas hablando del amor madre-hijo. Interesante ya que, posterior a ese arrojamiento inicia la fase de apego. Parece que no se termina esa necesidad de depender de otros. Después de que los padres son receptores de los incipientes destellos de apego en los primeros años, le siguen los hermanos, los primos, la familia, los amigos, los cuates, la pareja, y más. El riesgo es que el apego también ahorca, también devora y mata. Ahí es cuando aparece el monstruo verde de shakespeare, el monstruo de los celos, reacción que pretende reclamar lo que se cree que es una propiedad. Vientos mi Oswald, ojalá le entremos a ese tema.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *