Discurso para el acto inaugural de la primera “Semana del arte en Teotihuacán. Herencias de Manuel Gamio”.
“Herencias de Manuel Gamio” es un título difícil de asir, no porque adolezca de idea, sino porque el legado de Gamio es tan amplio, que resulta difícil saber de cuál de todos sus patrimonios se puede ser heredero, ¿acaso del patrimonio ético y metodológico que aportó a la antropología mexicana?, ¿acaso el del indigenista, pionero de la inclusión de las diversidades?, ¿acaso el del arqueólogo visionario que anticipó, a lo Heinrich Schliemann, pero de Tenochtitlan, el descubrimiento de Templo Mayor?, ¿acaso el forjador de patria?…
Difícil establecerlo, incluso, muy seguramente, todos seamos herederos de Gamio en alguna medida, y sin saberlo; pero hoy, la intención es notar, más directamente, una de estas herencias: la de una comprensión del arte, que no sólo la asume como objeto estético, sino como testimonio del espíritu de un pueblo.
No olvidemos que Gamio reconoció la importancia del arte como un reflejo de la cosmovisión y la organización social de los pueblos prehispánicos. Valoraba el arte como una herramienta para reconstruir el pasado y entender las complejidades de las civilizaciones antiguas. En este punto nos preguntamos: ¿Por qué esta aproximación metodológica al arte no podría sugerir un criterio base para una aproximación contemplativa?
Además, muy de la mano de su ética inclusiva, Gamio entendía el arte como una forma de comunicación universal que conecta a las personas a través de las emociones y las experiencias compartidas; esto permite entender al arte como un recurso para trascender las diferencias culturales y promover el entendimiento entre los pueblos.
A este respecto, tengamos presente que, para Gamio, el proyecto de nación era uno que articulaba toda una constelación de micro naciones plurales constituidas de comunidades y cosmovisiones diversas; en este sentido, no resisto la tentación a pensar a Gamio como a un intelectual barroco mirando el mundo bajo el crisol hermenéutico del macrocosmos y el microcosmos. Puedo hacer más plausible esta comparación: revisando “Forjando Patria” no pude evitar ver, al fondo del pensamiento de Gamio, una matriz analógica de pensamiento, en el sentido como el filósofo, también mexicano, Mauricio Beuchot entiende la analogía: una herramienta interpretativa para rescatar la unidad de lo diverso, sin por ello diluir lo diverso mismo.
Cuando Manuel Gamio destacan la relevancia del arte como un lenguaje simbólico que trasciende las barreras del tiempo y el espacio, está señalando, también, este potencial analógico del arte para decir lo uno de lo diverso, desde lo diverso mismo. En este sentido, el arte puede ser entendido como un engranaje fundamental para la constitución de identidades que, proyectado al valle de Teotihuacán, resulta valioso que se le preste atención, foco y estudio. Esta exposición busca ser una invitación, e incluso, una provocación, a habilitar más espacios para tal efecto.